¿Habéis probado el té matcha? ¿Os gusta? Es uno de esos alimentos a los que amas o odias, no suele haber medias tintas, pues tiene un sabor muy particular.
A mi me enacanta tomarlo con leche calentita, sobretodo de coco, pero se puede usar para muchísimas cosas, se puden hacer con él smoothies, postres, trufas…
El te´matcha contiene una alta cantidad de vitaminas A, C, E, B1 Y B2.
Su alto nivel de antioxidantes nos protege contra los efectos negativos de los redicales libres. Se ha demostrado su efecto par prevenir la gastritis y también es poderoso para combatir las enfermedades inflamatorias y degenerativas. Es por ejemplo bueno para quienes sufren artrítis reumatoide. Y también es aconsejable para diabéticos ya que aunque su sabor es dulce, no contiene glucosa y no eleva los niveles de insulina.
También está demeostrado su efecto beneficioso sobre el sistema inmunológico protegiéndonos de enfermedades e infecciones.
También es un poderoso desestresante, te mantiene despierto, pero calmado, ojo con consumirlo por la noche pues es probable que luego os cueste dormir.
Aunque no es un producto barato da mucho de sí pues se usa muy poquita cantidad cada vez ya que es muy concentrado.
Ayer tenía ganas de hacer una tarta diferente y se me ocurrió usar el té matcha y fue todo un acierto, nos ha encantado a todos, menos al peque.
Esta tarta no tiene gluten, ni azúcar refinado y como siempre ni huevos, ni leche, aún así es deliciosa.
Ingredientes para la base:
130 gr de dátiles remojados
50 gr de nueces
Ingredientes para el «mousse»:
190 gr de anacardos remojados
150 ml de aceite de coco
200 ml de leche de coco alta en grasa
100 ml de sirope de agave
1 cucharadita de esencia de vainilla o una vaina de vianilla natural
3 cucharaditas de café de té matcha
Preparación:
Para hacer esta tarta he usado un molde redondo desmontable con un diámetro muy pequeñito, quería que quedara alta y que no fuera muy garnde, pero si usáis un molde más grande saldrá perfecta igual, sólo que más bajita.
Lo primero que haremos será triturar los dátiles hasta obtener una pasta y luego mezclarlos con las nueces picadas.
En mi caso las molí con un procesador de alimentos, pero dejé trozos grandes para que se notaran las nueces al masticar.
Cubriremos la base del molde con papel de hornear para que no se nos pegue la base y la cubriremos con la pasta de dátiles y nueces procurando que quede una capa regular.
En una batidora pondremos los anacardos, el aceite de coco, la leche de coco, el agave, la esencia de vainilla y el té matcha y trituraremos hasta que quede una crema fina, sin grumos.
Lo colocaremos encima de la base y lo dejaremos varias horas en el congelador. Yo la tuve unas tres horas y media, pero mi congelador está bastante alto!
Cuando la tarta haya solidificado la sacaremos y desmoldaremos.
Para decorar yo usé un poco de chocolate negro fundido con un chorrito de leche de soja, pero podéis ponerle pistachos, nueces, avellanas, almendras… Si vais a usar algo sólido para decorar es mejor hacerlo antes de meterla al congelador.
Una vez la saquéis aguanta bien en la nevera, no es como otras tartas crudas que al descongelar se deshacen.
¡A disfrutar!
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